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Al Pueblo y a las Izquierdas del Pichincha

CONCIUDADANOS:

Un considerable sector de Izquierdas de la provincia del Pichincha ha lanzado mi candidatura a diputado a la Asamblea Nacional. Tal designación es para mí el mayor de los estímulos por venir de quienes viene y porque sé a donde va.

No es mi candidatura una disgregación más de las izquierdas ecuatorianas; ella es la expresión de la voluntad de quienes la propugnan altos valores políticos y sociales de mi país—de buscar un lazo más para la unión de aquellas. Porque yo, antes que hombre de algún partido en especial, soy hombre de las izquierdas ecuatorianas.

Cábeme la satisfacción de haber sido el iniciador del antiguo Partido Socialista Ecuatoriano que ha crecido y se ha ramificado en partidos diferentes que si hoy marchan por caminos diversos tendrán que volverse a unir un día, como las aguas vuelven hacia el mar.

Aún más, el sector político que se congrega a mí alrededor, de profundas raíces democráticas, es un nexo para toda la democracia ecuatoriana que se ve impelida, irresistiblemente hacia la unión, la unión para el retorno a la constitucionalidad y el progreso social.

Sensibles incomprensiones en algunos partido de Izquierda han provocado la división de éstas en la lucha eleccionaria. La Ley Electoral les prescribió la unión y ellas se disgregaron, buscando algunas la preeminencia política sobre las demás; concepto equivocado, camino erróneo, que ha reavivado sectarismos y pasiones.

Retrasados vamos a la lucha electoral al lado de los demás sectores de Izquierda, pues quisimos agotar todo medio que condujera a la unidad. No se comprendió la nobleza de nuestros fines y, contra nuestra voluntad, tenemos que marchar por caminos separados. Más, quiero recordar al pueblo ecuatoriano que esta bifurcación de senderos nos llevará, a pesar de todo hacia un solo camino troncal: la anchavía de la democracia, palancea decisiva para el progreso nacional.

Antes de esbozar mi criterio sobre lo que es y lo que debe ser nuestro país, sobre las tareas del momento: una vez más, quiero reafirmar mi convicción política, que ha sido, es y será, de ideología socialista. No hacerlo, aparecería como maniobra demagógica para captar electores. Lejos de la insinceridad. Si dejando las rutas que pudieron conducirme a la prosperidad personal dediqué mi vida a la causa de la justicia social en el Ecuador, - menguado sería hacer de ese elevado propósito fuente de beneficio privado y de laureles de triunfo. Triunfo a este precio es claudicación. A la demágogia prefiero oponer la voz sincera por cruda que pueda parecer.

Bello es nuestro país, rico su suelo y su subsuelo, su pueblo tiene en sí energías latentes, insospechadas, pero, hay que confesarlo, somos una nación retrasada en el progreso. Buscar el método que conduszca a la prosperidad en el Ecuador: he ahí la clave de la cuestión.

Constituyen la herrumbre de nuestra maquinaria social las formas de producción semifeudales de nuestra economía agraria, que unidas al atraso industrial, y a los deficientes medio de comunicación, se reflejan en nuestra vida social y cultural y en la defectuosa organización del Estado. Sus resultados? Una economía nacional que se debate en una crónica depresión, en la miseria e incultura de las masas, en un crecimiento muy lento de la población y en una vida política sembrada por los destrozos de motínes y cuartelazos.

Hay que salir de esta asfixiante situación y para ello, es deber de todos los hombres libres, de todos los que anhelan el engrandecimiento patrio; luchar y luchar sin descanso, sin temor, sin vacilaciones; plétoricos de entusiasmo y de confianza, llevando como norma la honradez política y como norte la Justicia Social.

En este momento, el desarrollo de las formas de producción capitalista que debe traducirse en la liquidación de los vestigios feudales, en la industrialización del país y el incremento de la vialidad, es un imperativo histórico. El incremento de la economía permitirá la eficiente defensa de las vidas humanas, capital el más precioso; el desenvolvimiento de la cultura y la consolidación de la nacionalidad. Tenemos necesidad de tener una economía robusta, libre de la sujeción del capital extranjero, para poder disfrutar de completa independencia política: pero debemos buscar la cooperación de áquel siempre que sea un factor de progreso nacional sin menguar su soberanía.

Avisorando el porvenir nosotros, hombres de izquierda, tenemos que sentar las premisas para el ulterior desarrollo socialista del país, única forma que conducirá al máximo desarrollo material y cultural del Ecuador bajo nuevas formas de justicia.

Este proceso evolutivo, que lleva en sí gérmenes de avance revolucionario, presupone la destrucción de todo lo creado hasta aquí en nuestro país? Nó, no de ningun modo; queremos edificar sobre todo lo de bueno, lo de grande que nos dejaron las generaciones pasadas; pero no queremos quedarnos en el estasis, que es rutina y es ruina. En lo económico, en lo social, en lo cultural, en lo político, tenemos que seleccionar y reconstruir. Así tendremos un país uno, grande, próspero, libre, justiciero.

Tenemos que recoger, la herencia de quienes nos dieron tierra cultura, nacionalidad: los pueblos indígenas aborígenes y los colonizadores españoles, los hombres de la República y los hombres de la avanzada social. Los Duchicela, los Atahualpa, los Rumiñahui, los hombre de la Revolución de las Alcabalas, los Espejo, los patriotas de la independencia, el liberalismo con Rocafuerte, Montalvo con Alfaro; los mártires de nuestra lucha social en la era contemporánea, que nos enseñaron el camino de la libertad. Los Maldonado, los Velasco, los Caspicara, los Santiago, los González Suárez. Fueron nuestros maestros en ciencia y el arte; debemos recoger sus enseñanzas.

Cualesquiera que fueren nuestras creencias filosóficas y nuestros principios políticos, tenemos que convenir en que el respeto a las creencias religiosas de los demás y su libre ejerció no deben tener otro límite que aquel que sea necesario para la convivencia social en un país en donde existen distintas ideologías y diversos credos.

El liberalismo ha determinado un avance de la organización familiar, debemos conservar y ampliar esas conquistas con los nueves postulados del devenir social. Para la mujer, en su función de madre, un privilegio, el único privilegio aceptable por nosotros: dotarla de recursos especiales para defender al niño, fuente revitalizadora de nuestra población.

Para nosotros, hombres de ideología socialista en la sociedad dividida en clases, en el mundo dividido en naciones, la existencia de Ejército se justifica como un órgano encargado de defender la paz, la democracia y la independencia nacional. Atacarlo ciegamente es demagogia; mantenerlo en la esfera de sus deberes profesionales, desterrando el militarismo como fuerza política dominante, es deber de todo demócrata consciente.

Una nación no se concibe sin territorio; la defensa territorial es deber de todo elemento de izquierda. Un pueblo no puede desenvolverse con todas sus energías creadoras, sino defiende su independencia nacional y nosotros estamos dispuestos al sacrificio por ella.

Millón y medio de ecuatorianos de razas indígenas, mezclan paulatinamente su sangre con la de europeos conquistadores e inmigrantes. Si por nuestras vetas corren la sangre española de guerreros y constructores, fluye también la sangre indígena que nuestros antepasados ilustraron creando grandes civilizaciones. Terminar con la vergüenza de un millón y medio de esclavos, es un deber y un honor para todo hombre de izquierda.

Poniendo en movimiento todas nuestras fuerzas materiales y vitales, podremos renovar el Estado, organizarlo científicamente, sentar normas de honradez inquebrantable, hacerlo eficiente y justiciero.

Una política digna internacional y de acercamiento con los países democráticos, de sincero americanismo, contribuirán a prestigiar nuestro país.

La Asamblea Nacional próxima a reunirse, puede marcar un jalón decisivo para nuestra nacionalidad. Su centro de gravedad debe estar en la elaboración y aprobación de una Constitución profundamente democrática que permita un poderoso avance material, cultural y político para el país.

En la Asamblea Nacional, debe desterrarse todo sectarismo partidista, todo odio destructivo. Todo aquello que el Gobierno actual hizo en pro del progreso y la independencia nacional, hay que conservarlo; todo aquello que es un bien para las masas trabajadoras, hay que defenderlo; tratar de anular esto, es un crimen de lesa Patria, es demagogía y retroceso. Pero a la Asamblea hay que ir con espíritu recto, con ánimo de trabajar sin descanso, con independencia, para criticar lo criticable, para tomar medidas que conduzcan a la organización de un Gobierno democrático que pueda llevar al país hacia adelante.

El Partido Liberal, vanamente pretenderá monopolizar para si la dirección política nacional, pero él debe ser uno de los factores democraticos que, con los sectores de izquierda, formen una muralla infranqueable contra la reacción, que aplasten implacablemente todo brote dictatorial sea de matiz fascista o de factura criolla.

Cualesquiera que sea el resultado de la lucha electoral, las izquierdas deben reagruparse en un frente indestructible; ellas han sido sometidas a la prueba del fuego y deben salir airosas de la experiencia.

Antes que hombre de partido, soy hombre de izquierdas, de ideología socialista. Que todos los hombres que piensen como nosotros estén junto a nosotros pues por sobre todo está.

La unidad de las izquierdas ecuatorianas

Quito, 10 de Julio de 1938.

Ricardo A. Paredes

Imp. Editorial de El Correo Quito. Oimedo 52

Fuente: Ricardo A. Paredes, “Al Pueblo y a las Izquierdas del Pichincha,” Quito, Julio 10, 1938, Colección Privada de Leonardo J. Muñoz.


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