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El movimiento revolucionario latino americano 

Cuestión sindical

Informantes: Gómez y Contreras – Discusión

Duodécima sesión, realizada el 6 de junio

Preside RAMÍREZ.  (Uruguay).  -- Antes de dar la palabra al compañero informante, va a hacer una declaración el compañero Luis.

LUIS  (I. C.). --  Camaradas: He pedido la palabra para una aclaración. Una frase pronunciada en mi discurso de anoche ha dado lugar a un mal entendido que es necesario desaparezca. Ese mal entendido ha surgido cuando yo afirmaba que el carácter del movimiento revolucionario en América latina no puede depender del dinero que venga del exterior y, particularmente de los banqueros de los Estados Unidos. Algunos compañeros han creído ver en esto una alusión al Partido Socialista Revolucionario de Colombia. Yo nunca he creído que los compañeros de Colombia hayan tenido la menor intención de hacer la revolución con dinero de los banqueros yanquis; sino que hacía alusión a la frase final del discurso de un camarada colombiano que decía que si nosotros no hacíamos la revolución, la harán los liberales y que esa es la cuestión que planteaban a los compañeros delegados. Dadas las intrigas que lleva a cabo el imperialismo, me pareció que convenía prevenir contra ellas.

Si en Colombia llegan a movilizarse las masas obreras y campesinas, cuando los liberales quieran hacer una revolución con dinero yanqui a pesar de ellos esa revolución se convertirá en un movimiento de masas contra el imperialismo, si el Partido sabe ponerse al frente de las masas y denunciar esas maniobras.

Yo repito que no es una acusación a la delegación colombiana, sino que deseaba aclarar un punto de vista, tan claramente como puede ser hecho entre camaradas. Quiero significar que si hubiera creído tal cosa de la delegación colombiana, lo hubiera dicho sin titubear, claramente, puesto que nos encontramos, repito, entre camaradas.

GÓMEZ -- Compañeros: El informe sindical que hemos elaborado para esta Conferencia está dividido en dos partes. Por esa razón, yo abordaré el problema en su faz general y el compañero Contreras se ocupará de plantearlo con relación a cada uno de los países latino-americanos. Entro a tratar las cuestiones cuyo análisis se me ha encomendado.

Para delinear nuestra acción en el terreno sindical es necesario establecer qué posiciones ocupan los enemigos en los sindicatos, qué actividades realizan, y también cómo encauzan su trabajo a las fracciones que se abrogan el derecho de hablar a nombre de nuestra clase, pero que abierta o desembozadamente, conspiran contra la acción de las organizaciones revolucionarias. Es preciso saber el grado de las fuerzas de nuestros Partidos en relación a las fuerzas de sus enemigos.

El movimiento sindical en la América latina tiene que combatir contra enemigos muy poderosos, puesto que la explotación del proletariado se realiza por las burguesías nacionales sedientas de grandes ganancias y por el imperialismo al que están vendidas esas burguesías. El proletariado soporta así el peso de una doble explotación. Crea ésto mayores obstáculos para la acción revolucionaria y aumenta, por lo tanto, el grado de responsabilidad de nuestros Partidos. El dominio imperialista ha creado las condiciones más terribles de explotación y para mantener esas condiciones que detalladamente se señalan en otros informes suministrados a la Conferencia, ha creado por medio de las burguesías nacionales que están vendidas a él, terribles condiciones políticas, dentro de los cuales se niegan a los obreros sus más elementales derechos y se les hace víctimas de espantosos crímenes y persecuciones. Venezuela, Chile, Cuba, Perú, Bolivia, Colombia y Brasil presentan ejemplos que confirman el criterio que acabamos de poner de manifiesto: condiciones penosísimas de trabajo en las garras de empresas imperialistas yanquis e inglesas y negativa del derecho de organización, acompañado de encarcelamientos, destierros, asesinatos, clausura de locales de sindicatos, cierre de imprentas obreras, etc. Y en las naciones que se dicen democráticas, donde la Constitución, como en la Argentina y el Uruguay -- establecen el derecho de organización, las empresas imperialistas lo niegan mediante la expulsión del trabajo de los que quieren poner en práctica ese derecho cometiendo toda clase de atropellos, unas veces mediante la acción de sus policías propias, y otras por medio de policías y jueces del Estado, que les sirven incondicionalmente. Tales los casos que constantemente suceden en los frigoríficos, tranvías y ferrocarriles en el Uruguay o en las zonas forestales argentinas. Por su parte, los gobiernos, simples muñecos en manos del imperialismo, tratan de romper las organizaciones obreras en cuanto importan un instrumento de lucha revolucionaria, mediante los métodos de corrupción, por la legalización de los sindicatos -- antesalas del fascismo.

El trabajo para la destrucción de las organizaciones sindicales realizado por los imperialistas y por las burguesías nacionales vendidas a él, es facilitado por fuerzas que actúan en el seno de las organizaciones obreras y de las clase trabajadora, y que desorientan la acción revolucionaria de las masas. En primer término, debemos citar entre estos elementos que trabajan por la destrucción del movimiento revolucionario, a los traidores reformistas que desarrollan su acción desde Amsterdam y desde la C.O.P.A. Amsterdam es un enemigo muy serio del movimiento sindical revolucionario de la América latina, especialmente para el de la Argentina donde tiene base seria para su trabajo. Amsterdam trata, además de hacer de la Argentina, el centro de su trabajo para Sud América. Hasta el presente creo que se ha subestimado un poco el peligro de la influencia de Amsterdam en el Uruguay y Brasil. Creemos que en la Argentina, centro de actividad de Amsterdam, baluarte de sus fuerzas, las fuerzas sindicales revolucionarias deben trabajar con una intensidad creciente contra la amenaza de la internacional mencionada. En el Uruguay debe trabajarse, igualmente, teniendo en cuenta que allí tienen su agente en el Partido Socialista, de muy escasa fuerza hoy, pero que puede realizar trabajos con el apoyo del gobierno, como trabajaron ya en conjunto para enviar delegados a la Conferencia de la Oficina Internacional del Trabajo. En el Brasil, cuenta Amsterdam con el apoyo del Partido del Trabajo que tampoco tiene fuerzas dentra de la masa obrera, pero que cuenta indudablemente con el apoyo del gobierno para realizar su obra de traición. Antes que esos partidos puedan realizar trabajo en escala mayor es preciso intensificar la acción contra ellos desde los sindicatos revolucionarios, de manera que la masa aprenda a considerarlos como agentes de sus enemigos, como traidores.

La C.O.P.A. ha ejercido influencia hasta hoy, en organizaciones de Méjico y Centro América, y muy escasamente hacia el norte de Sud América; pero ahora redobla sus esfuerzos para penetrar en todos los países del sur junto con el imperialismo yanqui, a cuyo servicio está.

La C.O.P.A. y Amsterdam hablan de la repartición del mundo del trabajo por zonas de influencia. Siguen los métodos del imperialismo. Se trata de llegar a un acuerdo en que en América debe dejarse libre acción a la C.O.P.A. y en Europa a Amsterdam.

Como comprenden los compañeros, todas esas maniobras del reformismo tienen por finalidad única combatir al movimiento revolucionario que, alentado por nuestro Partido, podrá llevar a las masas hacia la revolución. La Internacional de Amsterdam nunca se preocupó de América Latina y no tomó en consideración que aquí existían grandes masas desorganizadas; solo cuando la Internacional Sindical Roja se planteó el problema de unir a los trabajadores de América latina para una lucha revolucionaria, los reformistas tomaron en serio el trabajo en estos países. Apenas la I.S.R. convocó la Conferencia de Moscú, Amsterdam se preocupó de América latina y lanzó la iniciativa de fundar una oficina en la Argentina. La COPA siguió la misma política que Amsterdam. Como dato que demuestra el apoyo que la burguesía presta a la COPA, quiero hacer mención de un hecho: la prensa burguesa de casi todos los países de América latina, publicó la convocatoria de la Conferencia para 1930 y no dijo ni una palabra sobre la realización del Congreso de la Confederación Sindical Latinoamericana. La misma COPA hizo algunas declaraciones sobre el Congreso de Montevideo y así se dijo: “Es lamentable que la I.S.R. se mezcle en los asuntos sindicales de América latina porque significa darle pretexto a los gobiernos para romper la organización obrera.”

Como se ve la misma COPA instruye a los gobiernos burgueses sobre lo que deben hacer contra el movimiento sindical revolucionario.

De los dirigentes de estas organizaciones internacionales y de quienes les sirven en cada país, se pueden esperar todas las traiciones, las más miserables que sospecharse pueda. Ellos son instrumentos al servicio de la reacción y ayudan a ésta en su tentativa de legalización del movimiento obrero. Ellos trabajan contra las huelgas y hacen máximos esfuerzos para detener la combatividad del proletariado; ellos quieren organizaciones dirigidas por grandes burócratas y que estas permanezcan pasivas ante las contiendas del proletariado revolucionario.

Otro peligro, aunque de menor importancia para el movimiento sindical revolucionario, representan los anarquistas. Hago excepción de aquellos anarquistas partidarios de la unidad sindical, del frente único y amigos de la I.S.R. Los anarquistas --  producto del atraso industrial, mentalidad pequeño burguesa -- llevan el espíritu de indisciplina y de desórden que les es característico a los organizaciones sindicales. Para ellos, la unidad del proletariado no tiene valor, lo capital es que el sindicato sea un centro de actividad anarquista. Si sus ideas no priman, su pensamiento se concentra en la destrucción del sindicato que no se les ha subordinado. Donde hay dos anarquistas hay dos tendencias, las dos perniciosas para el proletariado revolucionario. Y por estos tortuosos caminos, llegan a asumir las mismas actitudes que los contrarrevolucionarios. La COPA, como medio de sembrar confusión ante la creación de la Confederación Sindical Latino Americana, anunció que ella realizaría un Congreso en 1930. Los ácratas divisionistas fueron más allá en la tentativa confusionista y celebraron un Congreso Continental en Buenos Aires, un congreso que no reunió organizaciones sindicales, pero que sirvió para destilar veneno, muy a gusto de los imperialistas, contra las organizaciones revolucionarias que crearon la Confederación Sindical Latino Americana.

Esto nos ha demostrado que en América latina se produce una polarización de fuerzas propia de la época de penetración del imperialismo. De un lado, quedan los imperialistas, las burguesías vendidas a él, cubiertas de robo y de crímenes y sus lacayos reformistas. Los anarquistas ayudan a este núcleo con su obra sectaria y divisionista, que es obra de disgregación de fuerzas.

Del otro lado, se encuentran las organizaciones sindicales revolucionarias, los Partidos Comunistas, que trabajan por el triunfo de la revolución. ¿Las masas obreras y campesinas están propensas a venir hacia nosotros, o a marchar hacia ellos? Las masa obreras y campesinas están predispuestas a entrar en nuestra ruta. Se observa una radicalización en las masas. Lo prueban las luchas de este año. Se han realizado luchas tan vastas y enérgicas como la de la zona bananera en Colombia, que dieron muestra del odio que siente el obrero y el campesino pobre hacia los explotadores imperialistas y hacia la burguesía nativa que le sirve. Se han llevado a cabo huelgas tan grandes como la de la Provincia de Santa Fé, en la Argentina, Gráficos de Sao Paulo (Brasil), obreros de la construcción de Montevideo, etc.

Estas huelgas, que abarcaron miles y miles de obreros, resistieron las más brutales persecuciones. En otros países de la América latina se han registrado grandes conflictos. En todas partes, excepción de la Argentina, y eso en forma relativa, los conflictos han estado dirigidos por comunistas, lo que quiere decir que la masa nos tiene confianza y lo que ella desea es la lucha aconsejada por nosotros y no la pasividad reformista o el odio de obrero a obrero y la división que llevan a todas partes los ácratas. No solamente se está operando una radicalización de las masas, lo que favorece el trabajo revolucionario, sino que al par que las masas se radicalizan, van entrando en contacto a través de los países y sellan su unificación, lo que hasta hace poco más de un año, parecía a muchos una cosa imposible.

Hasta la Conferencia de Moscú (1928) la mayoría de las organizaciones sindicales de la América latina vivían en su país, en la generalidad de los casos, sin la menor relación con los otros países. Desde la Conferencia de Moscú, las organizaciones comenzaron a trabajar relaciones y a pensar seriamente en la lucha en el órden continental. Luego ha sido creada la Confederación Sindical Latino Americana a la que, como fuerza revolucionaria del proletariado, hemos prestado todo nuestro apoyo. El éxito del Congreso no pudo ser más lisonjero. Centenares de miles de trabajadores y campesinos estaban representados en él, todos prontos para luchar por mejores condiciones de vida y de trabajo para nuestra clase, animados por una gran fé en la revolución proletaria. Esto nos crea a nosotros, comunistas, grandes responsabilidades. La Confederación es de las masas obreras y campesinas de América latina. La Confederación no depende de ningún Partido, se guía por las propia voluntad de las masas que la integran, pero si, nuestros Partidos constituyen la vanguardia del proletariado revolucionario; nosotros, militantes de las organizaciones obreras, debemos estar en los puestos de mayor sacrifico, actuar con energía extraordinaria, trabajar sin desmayo por engrandecer las organizaciones nacionales, engrandeciendo al mismo tiempo con contingentes ganados por nosotros, a la Confederación Sindical Latino Americana. A través de estas lucha, debemos no solo batir a todos nuestros enemigos dentro de la organización, sino arrancar de ésta los defectos engendrados por aquellos y algunos que existen por nuestra culpa. La centralización es uno de los aspectos fundamentales de la orientación de clase en los sindicatos y centrales obreras donde tengamos influencia. El enemigo tiene centralizadas sus fuerzas y para hacerle frente, en una forma efectiva, debemos centralizar también las fuerzas nuestras. En las organizaciones sindicales generalmente no existe hoy esa centralización. Se paga tributo al absurdo federalismo, en unos países producto de la orientación anarquista, que emana del artesanado. La centralización y la disciplina, son dos cosas fundamentales por las cuales debemos luchar los comunistas en Latinoamérica.

Un punto fundamental: ya el compañero Luis nos ha hablado de la organización de los desorganizados; pero es preciso insistir sobre el asunto porque debe ser colocado en el primer plano de la actividad. Muchas veces hemos mantenido luchas muy enérgicas para conquistar el aparato de un sindicato sin afiliados. Con la mitad de este esfuerzo, quizás, habríamos podido hacer mil veces más obra trabajando por la organización de los desorganizados. La masa de obreros de la ciudad y del campos es mil veces superior a la organizada. Por otra parte, los obreros desorganizados de la América latina, pertenecen a las industrias fundamentales: a los frigoríficos, a las grandes zonas forestales, a las minas y a los transportes. En esa masa descansa nuestro porvenir. Esa masa es la que se movilizará para una lucha seria contra todos los enemigos de nuestra clase. Por eso, los esfuerzos de nuestros Partidos deben dirigirse hacia la organización de las masas desorganizadas. Es posible que se encuentren dificultades, pero ellas deben ser vencidas enérgicamente. Esta consigna sabemos que ha sido dada por el Congreso constituyente de la C.S.L.A. y nosotros los comunistas debemos aplicarla mejor que nadie para demostrar prácticamente que somos la vanguardia de proletariado revolucionario.

En nuestras organizaciones no se han discutido los grandes problemas que efectan a las masas obreras. Como si existiera una nacionalismo burgués, se guarda silencio sobre los más grandes acontecimientos revolucionarios. Es corriente observar que en los sindicatos no se discuten ni los peligros del imperialismo, ni las agresiones que éste lleva a cabo. Sobre la revolución china no se discutió casi en ningún caso. Tampoco se ha agitado en las asambleas de los sindicatos. Esto sucede hasta en los sindicatos que están bajo nuestra influencia lo que constituye un error que debe ser corregido. Los problemas de órden internacional deben ser planteados en las organizaciones sindicales y debe ilustrarse muy bien a las masas obreras sobre el alcance de estos acontecimientos, para que la masa pueda cumplir los deberes de solidaridad internacional, cuando los grandes acontecimientos los reclamen. En cuanto al imperialismo, es necesario ilustrar bien a la base, pues el problema en muchos casos no es comprendido, gracias especialmente a las confusiones que hacen sobre él los reformistas y más los anarquistas, que sostienen el criterio que es igual ser explotado por el imperialismo que por la burguesía nacional, olvidando que el imperialismo importa la doble explotación y la imposición de las más violentas condiciones políticas.

Otro defecto: el que se relaciona a las cotizaciones. No cotizar a la organización sindical es el criterio que sostienen algunos Partidos del norte de A. L. Es el caso de Colombia. La cotización es indispensable para organizar la propaganda para realizar la acción, para saber el grado de nuestras fuerzas, para interesar a los asociado en la marcha de la organización a que pertenecen, etc. Los inconvenientes de que se ha hablado pueden existir, pero se vencen con relativa facilidad. Nunca el obrero está más interesado en la acción, que cuando está ligado a ella también con su contribución económica. Si se hace obra de interés, el obrero se sacrificará cada vez más para cotizar. Mahecha nos dijo que en 60 días se recolectaron muchos miles de dólares al iniciarse la huelga bananera en Colombia. Quiere decir que cuando hay un interés por una acción, se puede conseguir dinero. Para la obra diaria del sindicato debe conseguirse dinero, también. Los compañeros deben dejar a un lado los prejuicios porque la verdad es que los compañeros de Colombia se han dejado impresionar demasiado por las críticas burguesas que pintan como vividores a los dirigentes de los sindicatos que establecen cotizaciones. Otra debilidad de los sindicatos, aún de aquellos dirigidos por comunistas: los sindicatos por oficio. Todos reconocimos cuando fuimos a Moscú, que el sindicato por oficio no permitía afrontar con éxito la batallas contra los capitalistas. Todos nos comprometimos a trabajar por la creación y desarrollo de los sindicatos de industrias. No hemos hecho serios trabajos en ese sentido, no hemos cumplido la promesa. La huelga de los obreros de la construcción en Montevideo y los obreros de Artes Gráficas de Sao Paulo, han probado cuán grande es el valor de la organización por industria.

No solamente debemos ocuparnos seriamente de la organización por industria, sino que debemos realizar los trabajos necesarios para unir a los sindicatos de industria a través de las fronteras. La United Fruit Co. ha echado sus raíces en Panamá, Colombia, Guatemala, etc. Para vencerla, es necesario que los sindicatos obreros de esa empresa, estén unidos. Lo mismo pasa con las organizaciones de los obreros del petróleo, del transporte. Si la huelga se declara aisladamente en un país, en el otro los capitalistas pueden aumentar la producción y llenar las necesidades del mercado y en esa forma derrotar a los obreros. Lo contrario pasará si las organizaciones obreras de cada industria se ligan en forma continental, también por industria, además de estar ligados por la Confederación.

Otra debilidad que también nosotros notamos en nuestro movimiento sindical, es la falta de dirigentes de responsabilidad. Es en verdad tarea penosa la que soportan pocos compañeros, pero los Partidos todavía no han abandonado esa tendencia que debemos desprecian, de no probar a los compañeros de la base para que paulatinamente se preparen y se conviertan en dirigentes. Muchas veces, los compañeros y los Partidos buscan “genios” para ese trabajo y no a los compañeros de la base que pueden resultar grandes elementos de dirección si practican con responsabilidad los cargos en que los coloque el Partido. Así también tenemos que en ciertos países los intelectuales o son consejeros muy directos de las organizaciones obreras o están frente de ellas. Estos compañeros intelectuales pueden desempeñar grandes papeles en la lucha revolucionaria si cuentan con espíritu de lucha, proletarización y demás condiciones que todos los Partidos exigen; pero ponerles al frente de las organizaciones obreras, es a todas luces un error, puesto que no tienen ligazón directa con las masas de agremiados. No hay que tener miedo a los analfabetos, como sucede en algunos Partidos latinoamericanos, y buscar como dirigente al que escribe bien sin faltas de ortografía, puesto que en más de un caso, que no citaré para no cansar a los compañeros, hemos tenido compañeros sin ninguna o con poca preparación teórica, y hasta analfabetos, que se han desempeñado con todo brillo al frente de las organizaciones obreras. Se tiene temor de los compañeros sin gran preparación general o teórica, y, sin embargo hemos tenido grandes elementos de visión política exacta y de honestidad intachable. La tarea inmediata es crear cuadros dirigentes; pero, empecemos por probar a los compañeros de la base que son de nuestra confianza aunque no tengan grandes conocimientos. Esto serviría de estímulo y pondría de relieve muchas cosas útiles para el movimiento obrero. La cuestión es que los Partidos no apliquen este criterio en una forma incompleta, puesto que no es necesario abandonar a sus solas fuerzas a esta clases de compañeros, sino que habrá que aconsejarlos en más de una ocasión y siempre controlar su trabajo. Este trabajo de la formación de cuadros de dirigentes es costoso, pero absolutamente necesario. Tengamos siempre presente, como ejemplo, el caso de nuestros compañeros de Rusia que a fuerza de probar hasta a centenares de obreros como dirigentes, se ha llegado a la situación actual en que se resuelven casi todos los problemas por esos mismos compañeros que ayer nomás eran casi nulos en el movimiento obrero. Muchos fracasaron, pero también muchos son hoy dirigentes de mérito.

Otra falta o debilidad de nuestro movimiento, es la que se refiere a la falta de solidaridad, o mejor, dicho, a la falta de la organización de la solidaridad. Si ésta no se desarrolla con intensidad y oportunamente, corremos el riesgo de perder todos los movimientos de la clase trabajadora. No es culpa, en la mayoría de los casos, de las masas obreras, sino de los dirigentes que no toman interés en este aspecto importante de la lucha. El caso de la última huelga de las plantaciones de bananas en Colombia es demostrativo de esta falta que debemos corregir cuanto antes. Nuestros Partidos no se preocuparon por ayudar a los compañeros de las zonas bananeras que luchaban contra el imperialismo. Es evidente que a cada Partido Latinoamericano le toca algo por la responsabilidad de este error. El caso de los últimos encarcelamientos de Chile, no demuestra otra cosa que esa misma despreocupación para organizar la solidaridad, puesto que después de Argentina y Uruguay, en ningún otro país se ha hecho nada por ayudar a los camaradas ferozmente maltratados por las huestes de Ibáñez. Con la cuestión de la solidaridad para otros camaradas en lucha del mismo país o los penseguidos en otros de la América latina, se debe movilizar a las masas y organizar a los desorganizados.

Es digna de mención aquí otra cuestión que muchas veces se descuida: la que se refiere a las consignas que se lanzan para la lucha. En algunos países y en ciertas circunstancias se ha abusado y caído en pleno palabrerío, pues no tomaron en consideración la potencia de la organización sindical o del Partido para conseguir su materialización, y esto desmoraliza a las masas, como todos los sabemos. Es menester que antes se estudie con detención la oportunidad y las condiciones objetivas y subjetivas, pues entonces, sobre esa base, lanzar la consigna de la lucha.

¿Cómo corregir los defectos enumerados? ¿Cómo evitar nuevos errores? ¿Cómo realizar sin omisión todos los trabajos? Para que sea posible una obra completa es necesario un serio trabajo orgánico, de Partido. Si no tenemos sindicatos, no tendremos las organizaciones de masa indispensables para el logro de nuestros fines revolucionarios. Pero, en primer término, debemos saber en qué forma orientar el trabajo en los sindicatos. No hay que confundir en Sindicato con el Partido. El Partido es una pieza; no caben dentro de él diversas orientaciones. Cada miembro del Partido está obligado a respetar el programa, la disciplina, etc. En el sindicato caben todos los trabajadores, sean cuales fueren sus ideas políticas, religiosas, filosóficas, etc. Unicamente debe respetar los reglamentos que no tienen finalidad de partido y las resoluciones tomadas por mayoría en asambleas. La supeditación del sindicato al Partido o el funcionamiento de los dos reunidos en un solo cuerpo, es de pésimos efectos para las finalidades revolucionarias, porqué puede traer la disgregación de la fuerza para el sindicato y un terrible confusionismo en la acción del Partido. El Partido Chileno tuvo esos defectos, pero en el curso de la lucha comprendió que eso era un error y entonces se creó una central obrera y un Partido separados, aunque manteniendo las mejores relaciones. El Partido Comunista de Colombia incurre ahora mismo en el error corregido ya por los compañeros chilenos: adhiere los sindicatos al Partido. Lo grave es que ésto introduce tal desórden allí, que no se puede apreciar ni en uno ni en otro terreno, cual es el grado de fuerzas, ni se hacen las organizaciones de masas, en las proporciones que pudieran hacerse. ¿Es qué nosotros queremos decir, al poner de manifiesto estos hechos, que no debemos dirigir los sindicatos? No, estamos muy lejos de eso. Lo que cabe preguntar es: ¿Cómo debemos dirigir los sindicatos? ¿Debemos dirigirlos dándoles órdenes como si fueramos un estado mayor al que los sindicatos le debieran obediencia? No, ese no puede ser el sistema. Tenemos uno mucho mejor. ¿Cuál es? Nuestro trabajo debe ser realizado siempre por la fracción sindical comunista. En cada sindicato, en cada región, en cada central debe existir la fracción comunista. Cuando el Partido entiende que se debe realizar una gran campaña de agitación, una huelga, etc. no tiene porqué dar ninguna órden al sindicato. Lo que hace es dar sus ideas a la fracción comunista y discutirlas en esa fracción. Luego la fracción lleva el asunto al sindicato, al Comité de Región, al Consejo Central, según de lo que se trate. Y es seguro que nadie hará entender mejor a los obreros de un gremio la idea adoptada, que los componentes del mismo gremio que forman parte de la fracción comunista. La fracción comunista de cada organización se liga a la de la región por un Comité Sindical que actúa junto y supeditado al Comité Regional y en el país se ligan todas las fracciones por medio del Comité Central del Partido. Los compañeros deben sujetar sus acciones a las resoluciones de la fracción sindical. En la reunión de ésta se discute y la resolución que se adopte debe ser sostenida por toda la fracción en la asamblea del sindicato. La ligazón del afiliado a la fracción y de ésta con los demás organismos de su índole, debe ser asegurada. Ningún miembro del Partido debe proceder aisladamente en el asunto que afecta al sindicato de que es afiliado. Ninguna fracción debe proceder aislándose del conjunto de fracciones, cuando se trate de  un asunto que afecte a la generalidad de las organizaciones. Las perspectivas de conflictos deben ser muy bien analizadas en los grupos y la dirección del Partido debe ser enterada siempre a tiempo de las posibilidades de grandes conflictos para que de su consejo. La explicación minuciosa de las relaciones de los diversos organismos se encuentran en las resoluciones de la II Conferencia de Organización que les han sido entregados a todos los delegados y que deben darse a conocer muy bien a los afiliados de cada Partido.

Resumiendo, para finalizar, con gran energía debe procederse: 1º A la preparación de la activadad del Partido en una forma orgánica. 2º A la colocación en el primer plano de la actividad de la organización de las grandes masa que permanecen alejadas de los sindicatos. 3º A la creación de los sindicatos por industria y a la ligazón de éstos dentro de organizaciones continentales de industrias, y 4º Al desarrollo de una gran actividad para el engrandecimiento de la Confederación Sindical Latino Americana.

Dentro de los sindicatos existentes y de los que se organicen en el futuro, debe realizarse una enérgica acción: 1º Por la centralización y la disciplina. 2º Por la adopción de planes de mejoras inmediatas por los cuales debe agitarse a las masas. 3º Por la discusión de los problemas revolucionarios de índole internacional para que se pueda, en el momento necesario, hacer efectiva la solidaridad con los movimientos revolucionarios de otros países. 4º Combate enérgico, sin tregua de los reformistas concentrados en Amsterdam y la COPA y de los métodos de organización de los anarquistas, todo lo cual debe hacerse, poniendo de relieve cada traición, cada desastre ocasionado en el seno de la masa obrera.

En el curso de toda la acción debe ponerse de relieve en todos los sindicatos, en todos los actos organizados por éstos, los crímenes del imperialismo y de las burguesías nacionales vendidas a él, sus bárbaros métodos de explotación, su opresión política, e incitar a las masas a cumplir los propósitos revolucionarios que nos alientan en la lucha.

Creemos que desde esta Conferencia saldremos todos dispuestos a aumentar en un cien por cien la actividad por el engrandecimiento de la organización sindical.

(Muy bien, aplausos)

CONTRERAS  (Informante).  --  Compañeros: La parte que nos corresponde tocar en este debate sobre la cuestión sindical, nos ha sido en gran parte facilitada y ahorrada por el amplio informe hecho por el compañero Gómez, que ha explicado con detenimiento la situación y las condiciones generales de nuestro movimiento sindical continental.

Nosotros debemos destacar, especialmente que con la creación de la Confederación Sindical Latino Americana se abren grandes perspectivas de desarrollo, sobre bases sólidas, para el movimiento sindical latinoamericano. Pero, con ellas aparecen también nuevas obligaciones y responsabilidades para los Partidos Comunistas del continente.

Es verdad que la C. S. L. A. surge como resultado y culminación de un largo e intenso trabajo realizado por los comunistas de todos los países para difundir los principios revolucionarios de la I. S. R. y para encauzar el movimiento sindical de los distintos países por nuevas vías. Es verdad que en favor de la C. S. L. A. y de todas las organizaciones está la creciente combatividad y voluntad de lucha de las masas trabajadoras que se sienten aplastadas y perseguidas por la opresión del imperialismo y de las burguesías nacionales. Y es verdad que la C. S. L. A. concentra en su seno las fuerzas sindicales más sólidas y efectivas de la América latina, excepción de la Argentina y México donde el reformismo cuenta con fuerzas que, naturalmente están contra la C. S. L A.

Pero, no es menos verdad que la C. S. L. A. encontrará una cantidad de obstáculos y deberá desarrollarse luchando contra una serie de enemigos, no solamente contra las represiones del estado y del capitalismo, de que se hará víctima a sus organizaciones, sino también contra los enemigos interiores que actúan dentro de la misma clase obrera.

Por ejemplo, aparte de la lucha encarnizada que será preciso sostener por doquier contra la perniciosa intromisión de la influencia gubernamental y pequeño burguesa sobre determinados sectores del proletariado de los distinto países, debemos dar su correspondiente importancia a la lucha contra las influencias reformistas de la Internacional de Amsterdam y de la C. O. P. A. y a la lucha contra las supervivencias perjudiciales del anarquismo y del anarco sindicalismo, que según se sabe han ejercido durante muchos años una influencia predominante en muchos de nuestros medios sindicales.

Según es ya conocido, apoyándose en el sector reformista de la Argentina, que momentáneamente se refuerza con la fusión de los dos bandos reformistas que hasta ahora dirigían separadamente a la U. S. A. y a la C. O. A., la Internacional de Amsterdam tiene resuelto crear una Confederación Continental amsterdamniana. Para ello cuenta con el apoyo de las influencias gubernamentales y pequeño burguesas sobre ciertos cuadros sindicales y con algunos elementos que el imperialismo ha logrado corromper a través de su penetración en los distintos países. Lo prueba en forma concluyente -- por si no bastaran otros abrumadores antecedentes conocidos -- la composición y el origen espúreo de la primera reunión convocada para ese fin por la Internacional de Amsterdam el año pasado.

De su parte, los diversos grupos de “anarquistas puros” diseminados en los distintos países acaban de constituir una llamada continental anarquista que no contando con ninguna fuerza más de las pocas, y cada vez más reducidas que tiene la F. O. R. A., tiene como programa y objetivo único el de procurar salvar del naufragio total los últimos restos de la antigua influencia de su sectarismo en el movimiento obrero latinoamericano. Para lograr este fin, es claro que ellos no podrán apoyarse en las grandes masas obreras que cada día sienten más la presión del capital imperialista, pero buscarán su apoyo en las capas en que han nacido y pueden lograr algún eco su ideología y sus métodos de organización y de lucha, es decir en el artesanado, en los elementos de ideología pequeño burguesa y en las capas obreras menos desarrolladas industrial e ideológicamente.

Y en cuanto a la C. O. P. A., el conocido instrumento del imperialismo yanqui, que tiene sus bases y puntos de apoyo en los mismos elementos que Amsterdam, sabemos todos que redobla su ofensiva corruptora de la clase obrera convocando a un Congreso que se realizará en La Habana, bajo los auspicios del tirano Machado, en Enero de 1930.

Es ante esas condiciones que reseñamos, es ante esa doble perspectiva, de desarrollo por una parte y de lucha interna contra una serie de enemigos, por lo que nosotros consideramos que la creación de la C. S. L. A. constituye solamente el primer paso, muy importante sin duda, pero solamente el primer paso, de un trabajo más hondo y serio que deberá realizarse con urgencia en toda América latina. Y es por eso mismo por lo que consideramos que la garantía más sólida de desarrollo de la C. S. L. A. y de sus organizaciones es el trabajo serio y fecundo que los militantes de los Partidos Comunistas realicen en el dominio sindical. Es cierto que la C. S. L. A. concentra en su seno a todos los elementos efectivamente revolucionarios del campo obrero, que concentra a militantes de todas las ideas y que todos ellos trabajarán por su engrandecimiento. Pero, es igualmente claro que la responsabilidad y la garantía básica de crecimiento de sus organizaciones está en el esfuerzo que los comunistas hagan en todos los países para corregir los errores de que adolece el movimiento sindical y sobre todo los errores y deficiencias de las mismas organizaciones que constituyen la C. S. L. A. y que quedan en los viejos métodos y tácticas anarquistas o reformistas.

¿Qué fuerzas son las que constituyen la C. S. L. A? Lo hemos dicho ya: en su seno, excepción de la Argentina y México donde el reformismo cuenta con fuerzas y un viejo arraigo en ciertos sectores del proletariado, están la inmensa mayoría, casi todas las fuerzas efectivas que existen en la América latina. Tenemos centrales, que donde no son las únicas son las las más importantes del país, en Uruguay, Brasil, Guatemala, El Salvador, Honduras, Bolivia, México, Colombia, Cuba, Panamá; la F. O. Ch. de Chile, cuya vida es de lo más difícil. En Perú y Ecuador, donde todavía no han existido centrales, nuestras organizaciones trabajan para constituirla por primera vez. En Costa Rica y Venezuela hay núcleos que trabajan con enormes dificultades y en la Argentina muchas organizaciones sostienen la plataforma de la C. S. L. A. según hemos constatado en el Congreso de Montevideo, habiéndose constituido un Comité que trata de centralizar y organizar las corrientes favorables a la unidad nacional de clase y favorables a la adhesión a la C. S. L. A., Comité que tendrá muy grandes dificultades en los primeros tiempos por la gran ofensiva y obra de difusión del reformismo, los derechistas del anarquismo y otros elementos, pero que ha de abrirse paso poco a poco.

Pero todas esas fuerzas tienen muchos errores, generales unos, particulares otros de donde emanan las tareas que los Partidos Comunistas deberán realizar en cada país.

En Uruguay y Brasil, por ejemplo, nuestras dos centrales que acaban de surgir deben ser inmediatamente consolidadas mediante un trabajo de organización y de vinculación orgánica, sólida y vasta entre la central, los sindicatos y la masa de obreros organizados en sus filas. En otros países, Colombia y otros, además de ese mismo trabajo de organización, es necesario corregir el grave mal que encierra la excesiva descentralización y desvinculación que hasta ahora ha existido en el movimiento sindical y realizar todos los esfuerzos para hacer comprender a todos los miembros del Partido la necesidad de dedicar sus mayores energías al desarrollo y consolidación de la Central Sindical Obrera y Campesina. Hasta ahora ha sido norma la práctica de tener en cada región una dirección local aislada y luego faltar toda dirección central. Además, muchos compañeros no han comprendido el importantísimo rol que corresponde al movimiento sindical en el desarrollo de los acontecimientos de la lucha de clases. Hay quienes llegan al extremo de creer que el tiempo dedicado a la organización sindical de las masas obreras, es tiempo perdido. Son compañeros que absurdamente llegan a sostener la tesis de que primero hay que hacer la revolución y recién después organizar a las masas. Después tenemos otros países, Bolivia entre ellos, donde nuestras centrales no han ocupado todavía su verdadero rol y su verdadero puesto de tales. Es cierto que son también organizaciones recientes y sin mayores experiencias sindicales en sus países, pero conviene así mismo señalar tales deficiencias. No realizan un trabajo de ligazón directa y profunda con las masas y sólo se limitan a hacer una especie de simple organismo de relaciones, sin mayor autoridad ni fuerza ante las mismas masas proletarias organizadas en su seno. Estos, aparte de que no realizan ninguna labor verdaderamente intensa para organizar a las masas desorganizadas, yando a los lugares mismos de la producción, y aparte de que no realizan las necesarias agitaciones de carácter nacional en defensa de las reivindicaciones nacionales del proletariado. Luego está Méjico, donde la C. S. U. M. surge en medio de un ambiente extremadamente corrompido por el reformismo y su labor tendrá que ser muy intensa para consolidar sus cuadros y desarrollarse. Allí, solo si todos los compañeros del Partido le prestan su apoyo y entusiasmo, la C. S. U. M. podrá vencer a la reacción y al reformismo cromista. Este es, también, el caso del porvenir del Comité Clasista de la Argentina, que nace en medio de una gran ofensiva reformista y que sólo podrá desarrollarse con el sostenimiento activo de todos los comunistas del país. Y así sucesivamente en los demás países, en Centro América, en Cuba, Chile, etc., donde se han hecho visibles, fallas de otra naturaleza, que determinaron la disminución de nuestros efectivos, en parte originadas por las dificultades más graves con que tropiezan nuestras organizaciones par desarrollarse.

Hemos tocado aquellos puntos más salientes que caracterizan las deficiencias de algunas organizaciones nuestras y las necesidades que se sienten en otras para completar el cuadro y la situación general, ya expuesta por el compañero Gómez, en su informe sobre la cuestión sindical.

Nosotros, repetimos que todos nuestros esfuerzos deberán estar orientados hacia el propósito fundamental de consolidar orgánicamente nuestras fuerzas y hacia el propósito de arraigarlas en el seno de las masa obreras, lo que solo se conseguirá subsanando todos los errores, venciendo todas las dificultades y entrando de inmediato en el terreno de la acción a base del planteamiento de las reivindicaciones del proletariado de cada país.

Oportunamente, se plantearán en las Comisiones las tareas particulares que deben ser realizados por cada Partido en atención a la situación especial del movimiento sindical, del respectivo país.

Las tareas de orden general y común para todos los Partidos Comunistas que, a nuestro juicio, deben establecerse en la resolución de carácter general que se adopte, y que se basan en las observaciones contenidas en el informe del compañero Gómez y en las que nosotros acabamos de agregar, son estas:

1º — Proceder a crear y hacer funciona activamente las fracciones comunistas dentro de todos los grados del movimiento sindical, de acuerdo con las resoluciones de la Internacional Comunista. Si esta medida previa y fundamental no se cumple inmediatamente, todas las tareas que se programen no tendrán aplicación efectiva, y nuestro trabajo sindical empezará a fallar por la base.

2º — Proceder a dar amplia difusión a las resoluciones del Congreso de Montevideo, procurando obtener la adhesión de todas las organizaciones obreras, que ya no estén, a la C. S. L. A.. Esto debe hacerse mediante campañas de agitación y de propaganda en el seno de las masas obreras y campesinas.

3º — Establecer que se debe continuar la lucha por la unidad sindical continental en el seno de la C. S. L. A.. Consideramos que ésto debe realizarse teniendo en cuenta que la garantía fundamental para el éxito de la lucha por la unidad reside en el trabajo de consolidación constante y efectiva de las Centrales y sindicatos revolucionarios ya existentes. Tal el caso de Panamá, Uruguay, Méjico, Brasil, o de la Argentina, donde la lucha por la unidad deberá continuarse consolidando, ante todo, al Comité unitario recientemente constituído.

4º — Debe establecerse la necesidad de luchar por el derecho a la existencia pública de todos aquellos movimientos sindicales que sufran condiciones de ilegalidad o de semilegalidad. Pero debe recalcarse de una manera especial que mientras se luche en ese sentido todas las organizaciones deben crear urgentemente aparatos ilegales de dirección y de acción, de los cuales carecen hoy, como la garantía efectiva para su subsistencia frente a cualquier eventualidad, frente a la posibilidad de reacciones permanentes.

5º — Se debe establecer como una de las tareas más importantes para clarificar y consolidar ideológicamente el movimiento sindical, la de luchar sistemáticamente contra el reformismo, contra la C. O. P. A. y la Internacional de Amsterdam, denunciando en todo momento, y a través de los hechos concretos, su rol contrarrevolucionario, del castramiento del movimiento obrero. Una lucha idéntica debe realizarse contra la influencia gubernamental en el movimiento obrero, influencia que asume caracteres verdaderamente graves en muchos países, unas veces apareciendo abiertamente como tal, y otras apareciendo bajo la máscara del “apoliticismo” o del “sindicalismo prescindente”. De igual modo, deben combatirse las supervivencias del sectarismo anarquista y del anarco−sindicalismo, cuya ideología y métodos de lucha están cada vez más en pugna con las necesidades crecientes de la lucha de clases, que adquiere día a día, la forma de lucha de masas contra el capitalismo y en las que las masas no pueden moverse sino pasando por encima de esas ideologías y métodos del pasado.

6º — Finalmente, consideramos que, como tarea común y central para todos los Partidos, debe fijarse la de concentrar el máximum de energías en el sentido de organizar a las masas desorganizadas, y fundamentalmente a las masas, a los sectores del proletariado que trabajan en las ramas más importantes de la economía nacional, tales como: los frigoríficos, minas, explotaciones petrolíferas, grandes empresas forestales y agrícolas, etc. Es necesario encarnar en la conciencia de los militantes que si no se realiza un serio trabajo de organización en esos obreros desorganizados, nuestras organizaciones no llegarán a adquirir la potencialidad y la fuerza que deben tener, y convencerles que no se trata solamente de poseer una ideología verdaderamente proletaria, libre de toda perniciosa influencia estatal o reformista, sino también de tener en el seno de nuestra organizaciones a las masas bien organizadas, en forma bien disciplinada y orgánica y que no es el caso de tenerlas organizadas después de la revolución, sino ante de ella.

Estas son, a grandes rasgos, las tareas generales que estimamos deben plantearse y cumplirse seriamente por todos los Partidos Comunistas en el plazo más breve. En cuanto a las tareas particulares, y que derivan de los aspectos particulares de las organizaciones de cada país, ellas podrán ser fijadas oportunamente, en las discusiones que se hagan en las comisiones de esta Conferencia o en el mismo Secretariado de la I. C.

He terminado. (Aplausos)

MEYER. (Fracción comunista de la I. S. R.). — Camaradas: los compañeros Gómez y Contreras ya se han referido a las cuestiones sindicales en su aspecto general, y a las tareas especiales y de orden práctico que corresponden para los distintos países de la América Latina.

Yo me referiré a algunas otras cuestiones de orden más bien táctico y teórico.

Llamaremos, ante todo, la atención sobre el hecho de que los Partidos Comunistas de América latina se hallan colocados frente a problemas y tareas de gran magnitud, como la lucha contra el imperialismo, contra los peligros de guerra, etc. El carácter semicolonial de América latina y la corriente anti imperialista que caracteriza a sus masas, propio de los países coloniales y semicoloniales, son factores que favorecen la penetración de las ideas comunistas en las grandes capas y masas de la población. Y es claro que los Partidos Comunistas, que no pueden ni deben convertirse en una secta, deben aprovechar de esa circunstancia para entrar en las masas y adquirir una influencia política decisiva. Pero debemos decir que cuando se entra en ese terreno, cuando se entra en contacto con las diversas capas del campesinado y de la pequeña burguesía, a veces existe el peligro de que los partidos comunistas pierdan su caráter de clase y sean aplastados por la pesada masa de la pequeña burguesía y del campesinado, sobre todo donde, como en la América latina, el proletariado es todavía débil como clase. Contra ese peligro hay una solución: el de la relación constante y estrecha de la vanguardia del proletariado con las amplias masas proletarias. Es en estas masas donde se debe hacer descansar siempre toda la base y todas las fuerzas del partido, en tanto se entra en contacto con las otras capas oprimidas por el imperialismo.

Dentro del cuadro de los grandes problemas que he mencionado, el movimiento sindical es una de las cuestiones de mayor importancia para los Partidos Comunistas, pues sólo se puede hablar de verdaderos Partidos Comunistas cuando estos se hallan al frente de un movimiento sindical sólido y fuerte. “La política comunista, — ha dicho Lenín, — es la política que moviliza y refleja los intereses de millones de obreros.” Esta premisa demuestra cuál debe ser la naturaleza de la política de un Partido Comunista. Y es por eso, por lo que no se puede hablar de política de pequeños grupos, sino de la política de las masas, es por eso por lo que planteamos la cuestión sindical en toda su importancia.

Es claro que el trabajo sindical no es una tarea sencilla que pueda hacerse y cumplirse en unas cuantas semanas o en unos cuantos meses. Es un trabajo de años, y que presenta grandes dificultades, sobre todo en países como los de América latina. Es un trabajo anónimo, que exige sacrificios enormes y que no posee halagos de ninguna clase. Todas éstas, son circunstancias que no facilitan sino que dificultan y hacen más lento el trabajo sindical.

Hasta ahora el movimiento sindical latino americano estuvo influenciado por las prédicas del anarquismo y del anarco sindicalismo, que pudieron desarrollarse apoyándose en el hecho de que el artesanado fue, también, hasta ahora, la base de la economía en casi todos los países de la América latina. Pero, hoy hay condiciones favorables para realizar un gran trabajo tendiente a atraer a las masas hacia los amplios campos de la lucha de clases. La penetración imperialista arruina a los artesanos, acumula grandes masas proletarias y crea las condiciones de orden economico para constituir grandes organizaciones sindicales modernas, al mismo tiempo que para liquidar las supervivencias de anarquismo y luchar contra el reformismo.

Todas esas dificultades y todas estas condiciones favorables deben ser tenidas muy en cuenta a fin de pesar debidamente las posibilidades de nuestro trabajo.

En lo que concierne a las grandes tareas concretas e inmediatas de nuestro movimiento sindical, debemos decir que todas ellas convergen hacia el problema central de la unidad sindical. A pesar de su aparente simplicidad, esta cuestión de la unidad sindical es una de las más difíciles y complejas. Es tanto, que me parece que no todos los compañeros entienden bien este problema, habiendo algunos partidos donde no se plantea con toda nitidez, y reina, más bien, mucha confusión. Es necesario comprender que el principio de la unidad sindical debe sostenerse como un problema de masas, de interés de las masas, de organización de las masas. Hay Partidos donde durante mucho tiempo se ha tenido la concepción errónea de esperar que la unidad fuera resultado de un acuerdo de jefes, y no el resultado de una obra de movilización de las masas hacia esa finalidad. A veces resulta que lo que se hace no es una unidad de las masas y para las masas, sino de los jefes contra las masas, contra sus deseos y necesidades de lucha. Así tenemos que en la Argentina se hable de una cierta “unidad” entre la U. S. A. y la C. O. A., cuando a nadie puede escapar que la unión de los dirigentes de esas entidades no puede ser una verdadera unidad de sentido proletario, para las masas, puesto que los dirigentes reformistas de ambas centrales son el ala derecha del proletariado ligada al ala izquierda de la burguesía. Es por eso que dichos dirigentes han comenzado a sellar su llamada “unidad” haciendo obra divisionista, expulsando a los sindicatos revolucionario que querían una unidad efectiva y real en beneficio de las masas obreras y para la lucha de clases, a los que han obligado a constituir su Comité Pro Unidad Nacional. De paso diré que en esta caso particular de la Argentina, creo que nuestra actividad debe desarrollarse en estas tres direcciones convergentes hacia la unidad sindical: a) reforzar y consolidar nuestras propias organizaciones sindicales; b) organizar a los obreros desorganizados en sindicatos de clase y c) trabajan en el seno de las organizaciones reformistas para atraer a nuestra causa a las masas que hay en ellas. Todas estas tareas corresponden de una manera práctica a dicho Comité Pro Unidad. A las masas hay que llegar cueste lo que cueste, y, sobre todo, hay que llegar a las que permanecen ausentes de toda actividad clasista.

Otra cuestión sobre la que deseo llamar la atención, es la que se refiere a la despreocupación de nuestros Partidos por el estudio y la aplicación de la estrategia y táctica de las huelgas.

Se ha hablado ya con extensión de los errores cometidos por distintos partidos de la América latina, por ejemplo en Colombia, con respecto a la huelga bananera, la de los obreros de los cafetales y de las minas, y en Brasil, con la huelga de San Pablo, donde nuestro Partido, por no comprender todo el gran significado político de tal movimiento no lo supo aprovechar en toda su extensión.

En las huelgas, es una cuestión de capitalísima importancia saber combinar la situación económica y general, con la táctica de los movimientos. Además, en todo movimiento huelguista es necesario comprender la importancia política que encierran los mismos, máxime cuando en nuestra época imperialista, y en países coloniales y semicoloniales, las huelgas adquieren siempre más un carácter político. Esto debe hacerse sin caer en el otro extremo de no considerar y de no asignar todo su valor a las reivindicaciones económicas. En la América latina, creo que tenemos dos casos típicos de subestimación y de sobreestimación, en uno u otro sentido, en los ejemplos de los países que hemos citado. Nosotros debemos tener en cuenta que las huelgas son las grandes escuelas de lucha para las masas. El capitalismo, que lucha bajo todas las formas contra ellas, otorga a las huelgas todo su valor, no sólo porque los movimientos vayan contra sus intereses inmediatos, sino porque la burguesía comprende que allí está la escuela que desarrolla el espíritu revolucionario de las masas trabajadoras. Es por esto mismo, por lo que el reformismo, eterno agente del capitalismo, trata de desterrarlas del movimiento obrero y sustituirlas por otros métodos “menos peligrosos”, “más pacíficos”, tales como el arbitraje etc. Todos nuestros compañeros, pues, deben comprender la importancia de la táctica de las huelgas. Cada huelga conducida al triunfo con una justa y exacta apreciación de los acontecimientos, y con consignas que estén de acuerdo con la capacidad de lucha del proletariado, crea una situación favorable para el progreso general de nuestra clase y para el crecimiento de los comunistas que se hallan a su frente.

El trabajo sindical, repito, es duro, no tiene costados brillantes como otras tareas. Es un trabajo invisible y obscuro que demanda muchos sacrificios personales y mucha perseverancia. Pero tiene el valor de ser un factor político importantísimo para la victoria del proletariado y para la vida de su vanguardia el Partido Comunista.

Por otra, parte la existencia de fuerzas sindicales con una orientación netamente clasista y revolucionaria son un factor decisivo en y para el desarrollo del movimiento antiimperialista. Lo demuestra la historia más reciente del movimiento revolucionario, obrero y antiimperialista, en la China y en la India. En esos países cada ola de huelgas marcó un período más alto en el conjunto del desarrollo del movimiento antiimperialista.

En 1926, la Confederación de los Sindicatos de Shangai llegó a ser el verdadero centro de las actividades y de las luchas contra el imperialismo. Por otro lado, en los años que siguieron a la guerra, tuvimos oportunidad de ver enormes movimientos huelguísticos en las Indias Británicas, aunque en ese momento pudieron ser fácilmente reprimidos por el gobierno británico dad la expontaneidad de los mismos y la falta de sindicatos sólidamente constituidos que los sostuvieran. Actualmente, en las Indias británicas, el movimiento sindical se ha desarrollado y su ala izquierda, a pesar de su reducido número, tiene ya una notable influencia, principalmente en Bombay.

Camaradas: de todo lo que acabamos de decir surge claramente que el movimiento sindical bajo la dirección de los comunistas se convierte de más en más en la espina dorsal del movimiento revolucionario de masas.

Naturalmente, existen grandes dificultades para todos los trabajos y tareas a que nos hemos referido. Pero debemos decir que la creación de la Confederación Sindical Latino Americana constituye un gran paso para la centralización y dirección del movimiento sindical sobre bases netamente revolucionarias. Las condiciones favorables que derivan de esta hecho y de la situación general de la América Latina, deben ser ampliamente tenidas en cuenta por cada Partido para el desarrollo de sus actividades.

Solamente siguiendo este camino, vinculándose y transformándose en partidos de masas, y realizando todas las grandes tareas que les esperan en el dominio sindical, los Partidos Comunistas de América latina podrán realizar una efectiva labor revolucionaria. (Aplausos prolongados).

PADILLA. (Ecuador). — Compañeros: Contreras nos dió lecciones sobre organización, centralización del trabajo sindical, etc. Claro que todo eso que nos ha dicho es muy útil, pero se requiere algo más. Es preciso abandonar las oficinas e ir a los lugares donde trabajan los obreros para organizarlos. Vemos que en mi país, la organización se ha levantado en varias regiones, mediante ese trabajo directo: Yo mismo, en poco tiempo, he organizado a más de 10.000 obreros y campesinos. Los dirigentes de la Confederación del Ecuador, no hacen nada para levantar la organización, y podemos anotar que es un peligro de burocratización de los órganos de la dirección de los sindicatos, que se quedan tranquilamente en las ciudades. Hay que ir a la campaña y hablarles claramente a los campesinos; así crearemos poderosas organizaciones de lucha, como se ha hecho en alguna región del país. Las fuerzas organizadas del Ecuador, no vinieron por la actividad de la organización o de los miembros del Partido, sino que se puede decir que se han organizado solas. En nueve meses de trabajo, he levantado una serie de sindicatos agrícolas, por mi propia cuenta. ¡Qué no se podrá hacer, compañeros, si todos los militantes dedicaran su trabajo al movimiento sindical! Mi experiencia en las tareas de organización me indican que no solamente se encuentran como enemigos al imperialismo o la burguesía nacional, sino que también los mismos obreros nos hacen mal, algunos por indiferencia, otros por su actitud hostil para la organización de los trabajadores.

En el Ecuador, la Confederación Sindical Latino Americana no hecho nada para crear un movimiento campesino; sin embargo, compañeros, sin los campesinos ninguna acción revolucionaria es posible en el Ecuador. Creo que la Confederación Sindical Latino Americana debe tratar de crear en cada país, una central sindical única, pero eso es todavía más necesario para el Ecuador, donde el movimiento obrero es regionalista. Es necesario que los campesinos desarrollen su labor en organizaciones propias, pero unidas a las de los obreros. En lo que respecta a la necesidad de hacer cotizar a los asociados, he de decir que en Ecuador se han estudiado medios para obtener una cotización; la actual no alcanza para solventar los gastos más indispensables de la organización. Además, tenemos frente nuestro a la inacción del Estado. En la región de El Salvador reina una “ley del garrote” que impide a los obreros, organizarse, pero si tuviesemos medios económicos suficientes, se podría desarrollar una buena propaganda, y éllo originaría el engrandecimiento de la organización.

En algunas organizaciones merodean algunos intelectuales, a los cuales les debemos tener desconfianza, porque son peligrosos para la organización obrera. Creo que hay que depurar nuestros cuadros y excluir de la organización sindical a los que no sean obreros o campesinos auténticos.

Las masas campesinas del Ecuador, respondieron siempre a nuestras incitaciones para la lucha y es así como hemos conseguido del gobierno muchas mejoras; tenemos leyes sobre arrendamiento, libertad de formar sindicatos, representación funcional en el Parlamento, etc. Varios puntos que tenemos en la nueva constitución, que favorecen a los campesinos, son obra nuestra. Pero éso se consigue, no por una labor individual, sino por un trabajo de conjunto, de todos los camaradas del Partido.

Para terminar, compañeros, quiero recordar a la Confederación Sindical Latino Americana que tiene una labor muy grande que realizar en el Ecuador, para darle forma más orgánica y más contenido de clase, al movimiento obrero y campesino. Que cada comunista cumpla también su deber en las organizaciones sindicales, porque sin éllas no podrá haber revolución. Nada más. (Aplausos).

ARANA.  (Ecuador).  —  Camaradas: estoy de acuerdo con lo manifestado por el compañero Padilla. Quiero referirme a las manifestaciones del camarada Gómez cuando habló sobre la influencia de Amsterdam y de la C. O. P. A. en las esferas sindicales latinoamericanas. En lo que al Ecuador se refiere, esa influencia nunca ha existido en el verdadero movimiento sindical. Siempre que han concurrido delegados a los Congresos y Conferencias Internacionales del Trabajo, lo han sido en representación del gobierno o de organizaciones mutualistas allegadas al mismo. Esto lo hago resaltar para que se note que la influencia que puede tener Amsterdam en el Ecuador es nula.

Las organizaciones de allí no tienen cotización, y ello no es por casualidad. Hasta hace poco las organizaciones disponían de las imprentas del gobierno — el cual lo hacía con el fin de conquistarlas, — para ejecutar los trabajos de propaganda y nadie pensaba en cotizaciones; de manera que la implantación de la cotización será allí algo trabajosa. El compañero Contreras afirma que las organizaciones deben mantenerse por sí mismas. Manifiesto que estoy de acuerdo con ese pensamiento; los asociados deben facilitar los medios financieros para el desarrollo del trabajo sindical, pero lo que necesitamos son elementos que nos guíen y nos orienten en el trabajo y esta es la ayuda que pedimos a la C. S. L. A.

Yo estoy de acuerdo con el compañero Padilla cuando afirma que hay que depurar el movimiento sindical y excluir de su seno a los intelectuales Algunos de esos están llenos de humo. Hay camaradas que porque volvieron de Rusia — donde fueron en representación de nuestros sindicatos —, se creen árbitros en todas las cuestiones y excluyen de la dirección a todos los elementos que opinan por si mismo, dejando solo a sus servidores incondicionales. Hay que terminar con ese sistema que alcanza también a la dirección del Partido Socialista. En el comité central del partido, sobre un total de 16 miembros, tan sólo dos somos obreros, y nuestras opiniones son siempre aplastadas por los intelectuales cuando la oponemos a las suyas. Que se tomen las medidas para proletarizar la dirección del movimiento sindical y nuestro Partido. Que el Secretariado Sudamericano y la Internacional Comunista tomen en cuenta estos hechos. (¡Muy bien!)

DIÉGUEZ.  (El Salvador).  —  Compañeros: Intervenimos en este debate a los efectos de esbozar a grandes rasgos la situación sindical en nuestro país. —  La actual Federación Regional de El Salvador, nació sobre las bases de una sociedad amarilla. El Consejo de esta organización trabajó en el sentido de penetrar en las masas y organizar efectivamente a todos los trabajadores, pero al mismo tiempo, los trabajadores opusieron tenaz lucha contra nuestro trabajo. A este respecto, cabe mencionar la labor meritoria desplegada por un compañero muy inteligente, llamado González Aragón que era de Nicaragua.

El primer sindicato que trabajó bajo la dirección de la Federación, fué el de carpinteros y luego se unieron los de zapateros, peluqueros, etc. Advierto a los compañeros que tan pronto como nuestra labor tenía éxitos, muchos compañeros dirigentes se manifestaron “izquierdistas” y entonces fué cuando el gobierno puso en práctica todo su política de corrupción, para atraer a esos compañeros y desorientar a las masas que estaban bajo nuestra influencia. Así vemos como algunos de ellos se burocratizaron, aceptando cargos en el gobierno como precio de su traición a la clase trabajadora.

Nuestro partido, fué organizado casi espontáneamente, puesto que no teníamos en cuenta ninguna experiencia de otros países. Y puede decirse que surgió en el seno de la organización sindical. Al principio, los elementos gubernamentales trataron a todos los compañeros que formaron el Partido, con “benevolencia” como elementos “exaltados”, pero cuando se dieron cuenta que se trataba de un Partido Comunista, desarrollaron toda una táctica tendiente a hundirnos ante el concepto de los trabajadores, para lo cual se valieron de todos los argumentos, pero sin conseguirlo.

El proceso que luego sigue nuestro movimiento sindical y con respecto a la adhesión de la CROM y a la presencia de los delegados en el Quinto Congreso de ese organismo, no vale la pena de enunciarlo y si solo tiene algún interés para nosotros, es que eso fué obra de los intelectuales a los que jamás debemos dar la dirección de los sindicatos, que siempre traicionan nuestras aspiraciones . . .  Para el caso de El Salvador, solo se puede citar el caso de un estudiante, una excepción, que ha sabido conservarse bajo nuestro criterio eminentemente revolucionario y no defeccionar, pero esto es un caso raro que no perjudica la regla general que todos los intelectuales son nocivos para nuestro movimiento.

He notado, igualmente, que se nos repite por parte de muchos compañeros que han hablado de los asuntos sindicales, que debemos actuar con medios propios; yo me pregunto porqué, entonces, que las organizaciones que hasta la fecha no han pedido ayuda a las organizaciones hermanas de América latina, no han hecho la revolución. ¿Cotizar? Muy bien, compañeros; pero ¿por qué las organizaciones de la Argentina y Uruguay, cuyos sindicatos han podido establecer las cotizaciones, no están a la cabeza del movimiento sindical latino-americano?

En mi concepto, se debe establecer la ayuda financiera de otra organización hermana hasta tanto se pueda combatir esa tradición tan arraigada en las masas trabajadoras de nuestros países, referente a las cotizaciones. Cuando las cotizaciones se establezcan, cesará inmediatamente toda ayuda de las organizaciones hermanas. En El Salvador pasa el mismo fenómeno que apuntaba el compañero relator de Colombia, puesto que habiéndose efectuado más de un robo de los fondos sindicales, los obreros no quieren contribuir más, y además, hay que tener en cuenta que los salarios son tan bajos, que no puede exigírseles a un obrero que contribuya financieramente para el sostén del sindicatos. Si queremos, entonces, que se desarrolle en América latina el movimiento sindical, es preciso esa ayuda fraternal, sino, las organizaciones jóvenes no podrán desarrollarse. Piensen eso, los compañeros delegados a esta Conferencia. He terminado.

CARIGNANI.  (Panamá).  —  Camaradas: Todas las observaciones que se nos han hecho para nuestro trabajo futuro, yo las considero necesarias. Yo y mi compañero de delegación, hemos venido a aprender y lo que hemos asimilado, lo llevaremos a Panamá, para aplicarlo en la lucha. Digo que el desarrollo de nuestra organización sindical en Panamá, es un hecho que no pueden negar ni nuestros mismos adversarios. Nos ha costado muchos sacrificios el levantar nuestras organizaciones, pero no satisface decir que gracias a nuestra actividad revolucionaria, hemos vencido a las organizaciones amarillas de Panamá, y hace poco, después de algunas dificultades, hemos conquistado también a la “Federación Sindical Panameña”, que era un apéndice de la C.O.P.A. Hoy nos hallamos frente a una serio trabajo de organización de las masas y nuestra labor se extiende a las diversas zonas del país. Nuestro trabajo sindical está inspirado en la lucha de clases y nuestras organizaciones son aguerridas. No soy hombre de hablar mucho; repito que llevaré a Panamá, las enseñanzas que recoja de esta Conferencia, y esas enseñanzas las aplicaré también en el campo sindical. — Nada más, compañeros.

VILLALBA.  (Guatemala).  —  Compañeros: Me concretaré a proporcionar datos sobre la situación del movimiento revolucionario de mi país. Al hablar del movimiento sindical, debo hablar, forzosamente, del movimiento comunista, puesto que podemos decir que los dos nacieron al mismo tiempo. A raíz de la última revolución hecha en 1920 por el partido conservador, el pueblo trabajador de Guatemala, sufrió una fuerte decepción al considerar a los partidos políticos burgueses, porque fué defraudado en todas las promesas que se le hicieron. A causa de la mala situación reinante, un grupo de carpinteros que trabajaba en los arsenales, se declaró en huelga y resolvió crear una organización denominada “Unificación Obrera”, en la que incluyeron a los elementos del partido liberal derrotado, para ganarse la simpatía de la masa, desconforme con el nuevo gobierno. Había algunos estudiantes que pertenecían a la clase pobre, los que insinuaron la idea de que los obreros debían extirpar del seno de las organizaciones sindicales, a todos los politiqueros. Por indicaciones recibidas de Méjico, se resolvió celebrar la fecha del 1º de mayo, y fué así que el 1º de mayo de 1921, “Unificación Obrera” se transformaba en “Unificación Obrera Socialista”. A los pocos días se creó un sistema de fichas rojas que debían firmar cada adherente, y se organizó un Consejo Director de 20 miembros, entre los cuáles había dos delatores, lo que hizo que muchos compañeros fueran apresados. Así empezaron las primeras represiones contra el movimiento obrero de Guatemala. Luego, se creó una biblioteca. Como era difícil sacar hojas sueltas de propaganda porque las imprentas burguesas temían la represión patronal y policial por la impresión de nuestra propaganda, surgió la idea de fundar una imprenta propia, idea que al poco tiempo se materializó.

En abril de 1923, enviamos la primera delegación a Méjico, para pedirles a los compañeros de allá, que nos educaran sobre las tareas principales para formar el Partido Comunista y cuando la “Unificación Obrera Socialista” se transformó en Partido Comunista, y la imprenta propia editó el periódico oficial denominado “El Socialista”, se desencadenaron una segunda serie de represiones y allanamientos. La imprenta fué destruida; la Biblioteca, allanada. Más tarde, el Partido logró constituir el “Sindicato General de Panificadores de Guatemala”.

El 1925, después de realizado el acto en memoria de Lenín, la imprenta fué nuevamente saqueada. En esta ocasión, fué barbaramente torturado el compañero Del Pinar, que permaneció 13 meses en la prisión. Se luchó por arrancarlo de la penitenciaría nacional y eso lo hicimos sin pedir ayuda al Socorro Rojo Internacional de Méjico o de la Argentina. Una delegación que fué a Méjico enviada por el gobierno, hizo conocer a los compañeros del Partido mexicano que en Guatemala había la cantidad de 25 compañeros presos por cuestiones sociales, con el solo propósito de pedirles ayuda a los compañeros mexicanos y estafarlos. Pero los compañeros de Méjico enviaron una delegación más tarde a Guatemala, lográndose que el compañero Del Pinar fuera puesto en libertad.

En 1925 llegó una delegación de Méjico la cuál nos manifestó que el Partido Comunista de Guatemala debía convertirse en Partido Comunista de Centro América, sección de la Internacional Comunista. El Partido envió, entonces, una delegación a El Salvador, que organizó el Partido de ese país. El Partido Comunista continuó sus labores y consiguió organizar la sociedad femenina “1º de Mayo”; el 1926, logra fundar la primera local de carpinteros. Ese año, el Consejo Obrero Centro-americano, debía residir en Guatemala y los elementos que formaban parte de ese Consejo, eran controlados por el Partido guatemalteco.

En 1927 volvieron las garantías constitucionales y se estableció un régimen democrático, y como es lógico, las masas obreras tenían mucho interés por elegir un gobierno que fuese mejor que el anterior. Con la muerte del presidente de la república, se convocaron las elecciones. De aquí que los partidos burgueses trataran de ganarse las simpatías de las masas trabajadoras, por medio de la demagogía. El Partido, orgánicamente, nada hizo en esta emergencia, porque no estaba capacitado completamente sobre la manera en que debía obrar y de ahí que los políticos burgueses consiguieran arrastrar a las masas trabajadoras, sin contar con la actividad nuestra que los desenmascararía. De esta manera, se impuso la candidatura presidencial burguesa, a pesar de la existencia de un ambiente favorable al cambio de régimen.

Las condiciones para el desarrollo de nuestro Partido guatemalteco, son muy favorables, compañeros. Las masas trabajadoras están completamente descontentas y se mantienen dispuestas a apoyar cualquier movimiento por reconquistar sus tierras; pero, compañeros, somos pocos militantes, no contamos con medios para desarrollar ese trabajo fundamental, y además, nos falta experiencia.

En Guatemala, camaradas, siempre hemos luchado, y jamás hemos recibido la ayuda de ningún partido hermano. No tenemos, debido a la poca cantidad de militantes y al exceso de trabajo, el tiempo suficiente para educarnos políticamente por medio de lecturas y estudios. De allí que no podamos capacitarnos lo suficiente para orientar a las masas, como sería necesario en estos momentos en que se plantea el conflicto entre Guatemala y Honduras.

La gran dificultad contra la que tropezamos a cada instante, es que en los establecimientos gráficos se nos exigen grandes sumas de dinero para cualquier trabajo de propaganda escrita y chocamos, por otro lado, con la dificultad de no poder establecer cotizaciones.

Esto es lo que quería decir, para mostrar a los compañeros delegados, cuál es la situación de nuestro movimiento revolucionario en Guatemala. Nada más.

MORETTI.  (Argentina).  —  Compañeros: La situación sindical de la Argentina se caracterizó en los últimos tiempos, y sigue caracterizándose, por su extrema división y por la existencia de organizaciones raquíticas, excepción hecha del gremio ferroviario, del cual existe organizado un porcentaje elevado, pero cuya orientación es acabadamente reformista y cuya dirección se halla en manos de elementos burocratizados que ofician de agentes de las empresas y de los políticos burgueses. En tales condiciones, los comunistas propiciamos la unidad a base de la lucha de clases, proposición que durante mucho tiempo, no fué tomada en cuenta por los reformistas, anarquistas y anarco-sindicalistas. Actualmente, pasamos por un período de fascistización del movimiento sindical y es ahora cuando los anarco-sindicalistas recogen aquella proposición nuestra, desvirtuándola y transformándola en un medio de capitulación ante el reformismo más crudo, eliminando en ese proyecto de unificación, el principio de la lucha de clases y proponiéndo unas bases que conducen directamente al sindicalismo de Estado.

Paralelamente, se produce un período de radicalización de las masas, especialmente de las categorías más explotadas, y como es natural, los reformistas no se preocupan de sostener las reivindicaciones de esas masas, ni de organizarlas. Los aventureros del anarquismo explotan esa radicalización para encabezar algunos movimientos y conducirlos al fracaso, a la entrega al capitalismo.

Estos hechos han creado una fuerte desconfianza en las masas obreras y contribuyen a mantenerlas desorganizadas, dificultando enormemente nuestro trabajo. Esto plantea para nosotros la necesidad de una política más enérgica y activa sosteniendo la unidad por la base, el trabajo más intenso en el interior de los sindicatos, pero sobre todo, la necesidad de organizar a las grandes masas desorganizadas del proletariado agrícola, de los frigoríficos, de las grandes empresas, etc., la creación de Comités de Fábricas, etc. En una palabra, de tomar la dirección de los movimientos de masas y dirigirlas en las grandes luchas que la situación objetiva nos depara.

El congreso de Montevideo se ha producido en el momento más oportuno y la creación del Comité de Unidad Nacional Sindical Clasista y Pro Adhesión a la Confederación Sindical Latino Americana, era una necesidad. Mediante esos organismos podremos canalizar y orientar nuestro trabajo en ese sentido. Se han producido algunas vacilaciones respecto al trabajo sindical, entre nosotros; pero el Partido las combate enérgicamente y van desapareciendo. Los adversarios, por su parte, se han concentrado y multiplican su lucha contra los comunistas; pero existen grandes perspectivas para un trabajo fructífero, ya que también las hay de grandes movimientos de masas, a causa de esa radicalización a que dejo hecha referencia.

BRACERAS.  (Cuba).  —  Camaradas: En el informe del compañero Contreras, se dice que la influencia y los efectivos de la Confederación Obrera de Cuba, han disminuidos. Me voy a referir a este asunto que creo de importancia.

Cuando se constituyó la actual central cubana, se efectuó sobre la base de 200 sindicatos, que abrazaban en total 200.000 trabajadores industriales y también campesinos, aunque el número de campesinos en Cuba es pequeño. Con la asunción del mando por Machado, comenzó la represión contra toda manifestación obrera y de tendencia contraria a la burguesía nacional y al imperialismo. En la misma Confederación, había un sindicato por industria, en que se agrupaban 5.000 obreras dedicadas a la elaboración de cigarrillos. Estalló un movimiento y fue tal su amplitud que hasta se temió que los obreros se apoderaran de la fábrica. Por la presión del gobierno—, quien desató la más terrible reacción contra ese gremio —, el sindicato quedó deshecho. Hoy no se puede reorganizar por el terror policial que ejerce el mismo gobierno del tirano Machado. Se realizaron por dos veces consecutivas la tentativas de reorganización, pero en la última, el secretario del sindicato fué secuestrado y hasta la fecha no sabemos dónde fué a parar, por lo que creemos que Machado lo ha asesinado, como acostumbra.

Otra causa de esa baja de efectivos sindicados, es que se realizó una huelga en la empresa del imperialismo, movimiento que alcanzó a abrazar a cerca de 15.000 trabajadores del campo. El paro duró tres meses. Esta movimiento no costó más de 500 muertos y el presidente del Sindicato, ocurrió igual suerte que esos compañeros: fué asesinado.

Los ingenios azucareros trabajan bajo un sistema de vigilancia tal, que es imposible hacer penetrar nuestra propaganda, porque la represión patronal se hace sentir inmediatamente. Además, hay que tener presente que la agrupación de los obreros en las plantaciones de caña es solamente temporal, y éso dificulta considerablemente la organización obrera. La Federación de Cuba, ha perdido, por esa causa, el “Sindicato Fabril” y el de las “Plantaciones de Caña”. Es bueno tomar en consideración, para juzgar la situación actual, que la crisis que sufre el proletariado cubano es verdaderamente pavorosa; existen grandes masas de desocupados y por éso, la cantidad de cotizantes ha disminuido considerablemente. Los actuales cotizantes alcanzan solamente al número de 20.000.

Nuestra Confederación, es la que más sufre la represión del gobierno y este hecho tiene su explicación en la tendencia o ideología que anima a nuestros dirigentes. Desde la época de su nacimiento, siempre fué orientada sobre la base de la lucha de clases.— Hay solamente una organización, la “Sociedad de Torcedores”, que no está adherida a nuestra central, pero en todos los Congresos efectuados hasta la fecha, ha enviado sus delegados, lo que quiere decir que las relaciones son estrechas. En uno de sus Congresos, resolvió no adherirse a nuestra central, porque ésta está francamente orientada hacia la izquierda.

Existe otra organización, la de los “Carreteros”, pero es eminentemente patronal,  sin que los obreros participen en ninguna lucha.

Quiero hacer notar que todas las otras organizaciones que están fuera de nuestra Central, están en contra de la Internacional Sindical Roja. Marchan y se desarrollan de acuerdo a los dictados del gobierno.

El movimiento sindical cubano variará completamente cuando caiga el actual tirano, porque la masa es luchadora.

Toda la labor de organización la realizó el Partido aunque siempre luchando a la vez, contra la ilegalidad en que fué colocado desde el primer día que manifestó su tendencia revolucionaria. Así hemos podido organizar un sindicato de panaderos, que está dirigido por los compañeros nuestros. En la “Hermandad Ferroviaria” nuestro Partido ha organizado ya las fracciones comunistas que trabajan siempre en la ilegalidad. En la última renovación de la dirección no triunfó la lista comunista por la labor y la represión desplegada por la policía. El movimiento sindical, en general, está influenciado por la Internacional Sindical Roja.

El fenómeno de la falta de cotizaciones en otros países, no se presenta en Cuba, puesto que todos los trabajadores comprenden que sus luchas deben costearlas con su propio dinero. Y no es que en Cuba no se hayan robado fondos sindicales, puesto que el de la “Sociedad de Torcedores”, que he mencionado, en cierta oportunidad se ha robado la gruesa suma de 50.000 dólares.

Nuestro Partido cuenta, o mejor dicho, contaba, con un periódico: “Justicia” que el gobierno suprimió en cuatro oportunidades.

Es todavía reciente la huelga de zapateros. El gremio de zapateros estaba compuesto por 300 compañeros, de los cuales 200 eran nuestros. Trabajaron bien y lograron desarrollar un sindicato y reunir a más de 1.000 trabajadores. El gremio fué a una huelga debido a la cual fueron expulsados del país, ocho o diez compañeros nuestros.

Por intermedio de su fracción sindical, el Partido organizó a los “chauffeurs”. Nuestro Partido tiene su fuerza mayor dentro de los ferrocarriles que son empresas imperialistas. Paralelamente a esos trabajos, fué organizada la Liga Anti-Imperialista, declarada ilegal por el gobierno, como todos los compañeros saben.

Los estatutos de la Confederación están basados en la lucha de clases y han sido elaborados por el Partido, que a través de sus fracciones sindicales lo han llevado al Congreso. Podemos afirmar que las organizaciones están influenciadas por el Partido Comunista. Donde no hay Partido Comunista, — ya se ha dicho aquí, — no puede haber verdadero movimiento sindical revolucionario.

La representación de Cuba pondrá en práctica los acuerdos que aquí se resuelvan. Hemos cumplido en parte, las promesas que hicimos en Moscú, a pesar que no a todos los delegados les fué posible la entrada a Cuba.

Para terminar, téngase en cuenta, compañeros, que en Cuba a pesar de la reacción brutal, más de 20.000 obreros se mantienen alrededor de la bandera de nuestra Confederación, y luchan con heroísmo. Para juzgar la actividad de nuestro movimiento sindical, no se comparen solamente las cifras, sino que se considere el espíritu de lucha que anima a la masa de explotados cubanos. Nada más. (Aplausos).

GOMEZ.  (Informante).  —  Voy a ser breve y trataré solamente algunas cuestiones, puesto que hay inconvenientes, en la hora avanzada, y debo tener en cuenta que los camaradas llevan más de diez horas de sesión. Varios delegados han hecho declaraciones desde esta tribuna, aportando datos que vienen a corroborar las afirmaciones hechas en los informes de los compañeros informantes.

Los camaradas delegados, — y esto lo digo porque he notado en las declaraciones de algunos compañeros, cierto resquemor, — los camaradas, delegados, repito, no deben sentirse molestos por las críticas que desde la tribuna hagan los miembros informantes. La crítica, cuando se hace fraternalmente y con fines constructivos, es absolutamente sana y beneficiosa y debemos acostumbrarnos a élla.

Se ha dicho que en el seno de un partido, sobre 16 miembros que componen su dirección, 14 son intelectuales que aplastan a los obreros cuando se oponen a su criterio. Ese hecho es grave y hay que tomar medidas, desde luego, para que la corriente obrera, que es la que debe primar, se imponga; pero, sin irse al otro extremo, el rechazar todo aporte de la acción revolucionaria, por parte de los intelectuales. Nadie puede oponerse a que sean aprovechados los intelectuales honestos que pueda haber en nuestro movimiento.

Y ya que hemos hablado de los intelectuales, conviene encarar — como ya he dicho, — esta cuestión que es importante para el joven movimiento de Latino América, y que ofrece dos peligros visibles: el entronizamiento de los intelectuales que vienen al Partido para satisfacer sus intereses personales, o la afirmación absoluta de que todos los intelectuales son pícaros, y que por consiguiente, hay que expulsarlos del Partido. Esto no es exacto. Hay que situarse en el justo medio, y hacia allí debemos marchar. Hay muchos jefes del movimiento revolucionario que son abnegados y que también son intelectuales: Lenín mismo no era obrero, era un intelectual pero con absoluta mentalidad proletaria. Lo que creo que debe hacerse es diferenciar las funciones de los intelectuales. No me parece lógico que en la dirección de una central obrera sindical, se hallen intelectuales que son ajenos a ella. La función de los intelectuales está dentro del Partido. Es evidente, camaradas, que en nuestro Partido no debe dárseles todo el predominio a los intelectuales. En los Partidos Comunistas del Sur del continente, no predominan los intelectuales; no estamos todavía en el justo medio a que aludía anteriormente, pero hacia él marchamos.

Finalmente, para terminar, es necesario volver a insistir sobre los compañeros que han salido del Congreso Sindical de Montevideo, manifestando estar de acuerdo con las resoluciones tomadas, con la necesidad de reorganizar los sindicatos sobre la base de las cotizaciones, que éso era posible con buena voluntad, pero que puestos en Buenos Aires, continúan en sus treces: “Compañeros, no podemos cotizar, no podemos implantar las cotizaciones en nuestros países, allí los obreros son fanáticos para la lucha, se sacrifican, pero no cotizan, etc.” Ya les hemos dicho a esos compañeros, que conocemos sus dificultades, pero hay que realizar trabajos en el sentido que les hemos explicado, si se quieren tener organizaciones fuertes y disciplinadas, si no se puede salir a efectuar muchas jiras, se efectúa una cada año, pero se efectúa. Es cuestión, compañeros, de tener confianza en las masas laboriosas, Hay que empezar, entonces, a establecer las cotizaciones; hay que perder el miedo a que se nos diga bandidos o ladrones; si por ello no debiéramos realizar obras, no existirían Partidos Comunistas. Debemos afrontar todas las dificultades, compañeros. Solamente mediante un trabajo práctico, podremos liquidar todos los errores y marchar hacia el triunfo. Es cuanto quería decir, camaradas. — (Aplausos).

Se levanta la sesión.


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